Ayer se abrió el infierno en el Centro de Lima con la leyenda nipona del Black/Thrash, Sabbat que vino a destruir el CC Kantaro. Pudimos escuchar varios temas, especialmente de los discos “Evoke” y “Envenom“, además de hacer un recorrido por otros discos como “Black Up Your Soul“, “Sabbaticult“, “Karisma“, “Sabbatrinity” y “Satanasword“.
Tuve el honor de ver a Sabbat en su segunda visita a Lima, y lo digo con orgullo, porque Sabbat es una de esas bandas que ha mantenido viva la llama del metal underground, con una carrera impresionante tanto por su longevidad como por su fidelidad a su estilo. Es probablemente una de las bandas con una de las discografías más extensas, ya que cuenta con una vasta cantidad de lanzamientos que incluyen 11 álbumes de estudio, EPs, demos y splits. De hecho, tienen un split con Goat Semen, con quienes compartieron escenario la primera vez que vinieron a Perú, junto a Cobra. Justamente fue un domingo 20 de octubre, igual que ayer, pero del 2013, y también un split con Rito Profanatorio (déjenme en los comentarios si me estoy olvidando de alguna banda peruana). A pesar de los cambios en su alineación, la banda ha permanecido activa desde su formación en 1983, lo que los convierte en una de las bandas de metal extremo más longevas de Japón.
Afuera, durante la espera, los primeros que llegamos pudimos escuchar a lo lejos la prueba de sonido, lo que aumentó la ansiedad. Luego, cuando abrieron las puertas, poco a poco el lugar se fue llenando. Mientras esperábamos que la banda subiera al escenario, la gente disfrutaba de buena música, bebía y compraba material. No parecía un domingo. Lo vivido anoche es una prueba de que el metal underground está más vivo que nunca. La asistencia fue excelente, calculo que al menos había unas 300 personas. Había venta de material de Sabbat, así como de bandas nacionales e internacionales, y polos a cargo de Post Armagedon Hordes y Pentragram Records.
Unos minutos después de las 10:00 p.m., comenzaron a aparecer los integrantes, y todos empezamos a gritar. Por fin, la espera había terminado. Esta vez no hubo banda telonera, pero no fue necesario; el espectáculo completo se lo llevó Sabbat. Debo confesar que esperaba ver a Gezol con su característico atuendo, pero su sola presencia alegró a todo el lugar, al igual que la de los demás miembros de la banda.
Abrieron el concierto con “Envenom Into the Witch’s Hole“, y las luces rojas del escenario le dieron un toque especial, como si realmente estuvieras en el inframundo. La energía del público era imparable; todos gritaban y coreaban las canciones con el puño en alto. El pogo se hacía cada vez más grande durante la segunda canción, “Satan Bless You“. Un pequeño grupo de fans, muy cerca de Gezol, lo admiraba mientras ejecutaba una actuación perfecta. La conexión y la interacción con el público fueron únicas; el carisma de Gezol es indiscutible. La ejecución musical fue tan precisa que los demonios en el escenario parecían dueños absolutos de sus instrumentos; su performance fue visualmente impactante. Los solos de guitarra a cargo de Ginoir fueron impecables, y Gezol incluso usó su bajo como si fuera un serrucho, todo un espectáculo. El sonido fue A1.
Fue una noche cargada de clásicos tras clásicos en la que cada tema tuvo su momento memorable, especialmente porque varias canciones del setlist desataron las reacciones más intensas del público. Dentro de mis momentos favoritos, debo mencionar a “Sabbaticult” y “Satanic Witches Fire“, temas del nuevo disco en los que el pogo fue bastante intenso, también cuando tocaron “Karisma“. En el momento que tocaron “Mions Hill“, nos trajo un buen recuerdo de cuando Cobra versionaba esa canción. Luego, “Darkness and Evil” y “Black Fire” encendieron el lugar; este último, un verdadero himno del black/thrash, fue coreado con furia por todos.
Anoche fue una prueba incuestionable de que el metal underground sigue más vivo que nunca. La presentación de Sabbat dejó claro por qué, tras 40 años de trayectoria, siguen siendo una banda de culto. Tener el privilegio de ver a Gezol, Zorugelion y Ginoir en vivo y directo fue un honor, realmente no fué un domingo cualquiera.